Origen
La expresión de "Salvado por la campana" se suele utilizar para expresar alivio ya que alguien ha sido librado de un peligro o un daño inminente en el último instante, pero su origen se remonta hacia el lejano siglo XV en la edad media donde muchas personas sufrían catalepsia o alguna enfermedad similar.
Esta enfermedad se manifiesta a través de algunos síntomas como: rigidez corporal, palidez, insensibilidad al dolor, lentitud en la respiración o el ritmo cardiaco etc. Al no haber tantos avances médicos en esa época, se le declaraba muerta a la persona que los padeciera y eran sepultadas vivas por error ya que los síntomas normalmente pueden permanecer durante 3 días.
Pasados estos 3 días las personas despertaban ya dentro del ataúd debido a la falta de oxígeno gritando de desesperación sin que nadie pudiera escucharlos. Tiempo después al desenterrar las tumbas encontraban la cara y las manos desechas de las víctimas, ya que en su desesperación por salir arañaban la madera o se golpeaban el rostro con las paredes laterales del cajón.
La gente de ese entonces comenzó a tener miedo de sufrir la misma suerte de aquellas pobres personas por lo que surgió la idea de amarrar una cuerda a la mano del "difunto" que a su vez esta cuerda pasaría por un tubo de cobre que se conectaría a una pequeña campana al exterior. Estos dos mecanismos ayudarían a que si la persona llegaba a despertarse al mover su mano automáticamente haría sonar la campana y el tubo de cobre ayudaría a recibir el oxígeno del exterior dándole así más tiempo a los veladores de desenterrar a la persona de manera exitosa.
A medida que la ciencia y la tecnología médica avanzaron y los criterios para determinar la muerte se hicieron más precisos, el temor a ser enterrados vivos disminuyo considerablemente, sin embargo, la expresión "Salvado por la campana" quedó marcada en la historia. Aún se pueden encontrar esté tipo de tumbas sobre todo en cementerios muy antiguos.
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