Cuenta la leyenda que hacía finales del siglo XIX llegó un extraño personaje a establecerse en Guadalajara que en ese entonces solo era un pequeño pueblo. El extraño hombre vestía siempre de negro y solía salir por las calles a las altas horas de la noche, jamás lo veían caminar de día, situación que llamó la atención de los vecinos del forastero. Poco tiempo después de su peculiar llegada comenzaron a desaparecer de manera extraña animales domésticos, entre perros y gatos, hasta que después comenzaron a ser vagabundos, para finalmente llegar a ser cualquier persona la víctima de una misteriosa muerte, las cuales presentaban 2 pequeñas marcas en sus cuellos y no poseían ninguna gota de sangre.
Tras la aparición de los primeros cuerpos la población se sumergió en una ola de terror, tanto que llego a paralizar las actividades cotidianas de la población, debido a que las personas temían salir de sus casas durante la noche por miedo a ser una víctima del misterioso asesino.
Se reunieron todas las autoridades del pueblo para encontrar la forma de localizar al asesino, del cual se corría el rumor de que se trataba de un vampiro. Contrataron a expertos cazadores, pero solamente uno fue el que pudo lograr la hazaña de encontrarlo y capturarlo junto con la ayuda de la gente del pueblo quienes se organizaron para está cacería. Al capturarlo la gente descubrió que el asesino era el extraño forastero.
Poco tiempo después la población armados con estacas y cruces asesinaron al forastero clavándole una estaca en el corazón, luego lo quemaron y lo decapitaron. Sin embargo, los últimos restos de él fueron enterrados en el panteón de Belén, de donde comenzaron a brotar las raíces de un enorme árbol conocido actualmente como el árbol del Vampiro, del cual se dice que, si se llega a cortar, el vampiro volverá a resurgir en busca de venganza.